16 marzo, 2015

Sólo horas para terminar mis adoradas vacaciones, que más que tres meses duraron un año y medio, y sin exagerar apenas unos ocho meses.
Si me pongo a pensar en el principio y cómo lo fui viviendo, podría decir que pudo haber estado mejor, pero afortunadamente el desenlace hizo que todo haya valido la pena.
Es tanto el amor que siento que no entra en mí y tampoco puede salir en forma de palabras. Ni siquiera puedo mostrarlo tanto como debería.
Tal vez fueron las vacaciones separados, el distanciamiento y sus demás consecuencias. De lo único que estoy segura es que no cambiaría nada, porque es lo que nos convierte en lo que somos hoy en día. Estamos tan grandes que hoy se fueron de mi casa sin que hayan agotado ni un centésimo de mi paciencia, sin odiarlos. Increíble es poco, y yo ya los extraño.

¿Y mañana? Mañana comienza la verdad de la milanesa, el principio del camino al futuro; nada de simulacros, ya se terminó la joda.
La mejor parte es que estoy lista.






¿A quién quiero engañar? Tengo miedo, pero no me queda otra que ponerle el pecho a las balas.