Sólo horas para terminar mis
adoradas vacaciones, que más que tres meses duraron un año y medio, y sin
exagerar apenas unos ocho meses.
Si me pongo a pensar en el
principio y cómo lo fui viviendo, podría decir que pudo haber estado mejor,
pero afortunadamente el desenlace hizo que todo haya valido la pena.
Es tanto el amor que siento
que no entra en mí y tampoco puede salir en forma de palabras. Ni siquiera
puedo mostrarlo tanto como debería.
Tal vez fueron las
vacaciones separados, el distanciamiento y sus demás consecuencias. De lo único
que estoy segura es que no cambiaría nada, porque es lo que nos convierte en lo
que somos hoy en día. Estamos tan grandes que hoy se fueron de mi casa sin que
hayan agotado ni un centésimo de mi paciencia, sin odiarlos. Increíble es poco,
y yo ya los extraño.
¿Y mañana? Mañana comienza
la verdad de la milanesa, el principio del camino al futuro; nada de
simulacros, ya se terminó la joda.
La mejor parte es que estoy
lista.
¿A quién quiero engañar? Tengo
miedo, pero no me queda otra que ponerle el pecho a las balas.