23 marzo, 2016

Goal

Conocerlo esa madrugada de enero fue un goal. Haberlo visto y que sea flechazo automático, para nada usual en mí, fue un goal. Haberle dado cabida porque, por más resistencia que le hubiera querido imponer habría sido inútil, fue un goal. Como me hablaba fue un goal. Su actitud fue un goal. Decirle cómo tenía que agarrarme para besarme y que él lo acepte de todos modos fue un goal, sin importar cuál fuese su segunda intención. La manera en que me tocó fue un goal. Que me haya pedido mi número fue un goal. Como me agendó fue un goal. Que me haya hablado una hora después de habernos visto fue un goal. Cada fantasía fue un goal.

Por más que reconozca los motivos por los cuales no debería estar pensando en todo lo anterior, nadie jamás me hizo sentir así: tan bien, tan deseada.

Él fue un goal.
Y temo que el destino jamás vuelva a cruzarnos.