30 enero, 2017

Aunque todos diferentes sean sangramos igual

Me gusta convencerme de que las cosas o en su mayoría están bien o van a estarlo, pero no es igual de fácil cuando involucran a otras personas que no sean yo. Me cuesta cuando se trata de personas con una perspectiva bastante distinta a la mía, cuando su negro tapa casi completamente mi luz prohibiéndole iluminar, cuando siento que la única forma de hacerles ver lo mismo que yo es entrando en su mente.
Por momentos me siento la persona más amada del universo, que no necesita nada más que eso porque con eso lo tiene todo; porque todos bien sabemos que si eso no existe, el resto no vale la pena. Pero cuando eso no pasa, todo se derrumba, siento que ningún lugar me corresponde, que estoy perdida en mí y todo se dificulta porque nadie está en mi misma sintonía, porque las únicas personas que podrían salvarme simplemente tienen ganas de herirse por pasatiempo.
¿Qué debo pensar de los demás si tengo miedo de que una de las personas que más amo en el mundo piense lo peor de mí y se lo guarde solo por hacerme sentir bien conmigo misma hasta el día en que no pueda aguantarlo más y lo use como última bala?

Sin embargo, prefiero ser yo la lastimada, porque soy la que opta por hablar de cosas lindas e ignorar las feas, y sé que pronto voy a volver a convencerme de que todo está y va a estar bien.