12 febrero, 2020

Our pieces fall right into place

Años conviviendo con la misma… ¿duda? Es que no sé si me interesa realmente saber algo que para mí no caben sospechas. Desde que nos conocemos aproximadamente que vive en mí la misma incertidumbre y cuando quiero analizarla a fondo nada sale de eso. No sé a dónde quiero llegar ni qué pretendo conseguir, pero sé que tal vez sea algo distinto a lo normal y no me interesa hacer reparos, aunque mi subconsciente no me lo facilita. También sé con total seguridad que no me convendría ir por ahí, por el bien de todos.
La clásica de las películas: “siempre fuiste tú”. Quizás, pero no. Estamos demasiado bien así. Prefiero mil veces ser el personaje recurrente para siempre antes que el protagónico por un rato. Película es en la que vivo o pretendo vivir desde chica, con lo bueno y lo malo, e invento involuntariamente partes para hacerla más entretenida, supongo.
¿Esto es amor? No sé, ni quiero diferenciarlo. Al mismo tiempo, muy dentro mío, espero que todos empiecen a creer lo que yo, que lo consideren posible y que deseen que suceda, para negar y evitarlo. Podría ser tarde ya, a pesar de que yo no lo haya decidido.
Siempre pensé “¿qué pasaría si…?”, pero jamás lo consideré como algo realmente posible. Y pasó, de una manera que no imaginé. No lo vi venir. Admito que fue el mejor escenario que pudimos haber tenido, listo para fingir que no sucedió y pasar página rápidamente, o como una prueba más de nuestra confianza. A mí también me gustaría creer eso, de hecho casi lo creo, hasta que recurro a los testimonios y confieso que estoy (un poquito) orgullosa de que mis reflejos habituales no se hayan presentado en ese momento.
Solo quiero aclarar que mis sentimientos no cambiaron, siguen igual de vacilantes que siempre. Pensé que iban a poder tomarse un descanso después de las vacaciones. Seguirán vacilando hasta que se los lleve la corriente.