¿Acaso soy la única que piensa así?
Soy
consciente de que no estoy sola en cuanto al no deseo de la maternidad, ni hoy
ni más adelante. Cuando era chica pensaba que tenía que pasarme porque
era parte de la vida y venía con el combo del casamiento, en el cual desde que
me di la oportunidad de cuestionármelo no creo ni aspiro.
Me parece
que los demás me toman con mayor naturalidad que yo misma porque tampoco somos
tan distintos actualmente más allá de los deseos a futuro. Tal vez suponen que
voy a cambiar de opinión cuando encuentre a alguien con quien pasar el resto de
mi vida, cuando lo cierto es que los únicos con los que quiero pasar mi vida
son mis amigos. Seguramente me impacte más el día que todos tengan su propia familia
menos yo, pero no pienso vender mis principios solo por encajar en unos que no
creo.
Ni siquiera
puedo imaginarme en pareja, en esa idea de pertenecer y que te pertenezcan. Un
acuerdo tácito, implícito. Al primer paso en falso lo que crees haber corregido
se forma una bola de nieve después. Ni aunque me prometieran que nada malo
sucedería confiaría. Es algo de a dos, me cuesta imaginarlo cuando toda mi vida
me manejé yo sola o lo intenté.
Lo que para
muchos es una pareja y, eventualmente, una familia, para mí lo son mis amigos.
Esa heterogeneidad y homogeneidad simultánea que nos caracteriza. De alguna forma
todas nuestras piezas encajan y nos potenciamos de manera positiva. Prefiero
vivir el presente y disfrutarlo.
Me seduce
la idea de qué se sentiría sin probarlo jamás, de lo contrario perdería la
magia. No me interesa escucharte hablando de tus pretendientes ni de lo
imposible que sería que alguna vez suceda algo entre nosotros, justamente de
eso se trata, de lo libre que te quiero. Todo está bien para mí, mi único límite
es verte mal. Me conforma de sobremanera saber que soy a quién llamás hasta
cuando estás fuera de tus cabales y escuchás ruidos que no hay, en quién
confiás. Eso vale más que cualquier otro tipo de vínculo en mi mundo, y de
ninguna manera podría lastimarme.