22 enero, 2015

ADVERTENCIA: ALTO CONTENIDO DEPRESIVO
No puedo creer mi nivel de estupidez. Siempre hago lo mismo, es todo un mito que de los errores se aprende.
Mi inutilidad se compara totalmente con que se me escape la tortuga y todos pretenden que no pasa nada, que no importa y pintan una imagen de mí que no existe.
Me dicen que vivo en un mundo de fantasías, lo que no se dan cuenta es que soy yo la que me lo creo e igualmente no puedo hacerlo por más de una semana porque todo se cae. La mentira tiene patas cortas y es imposible de ocultar o tapar con logros jamás obtenidos. Si así me choco entre cuatro paredes imagínense lo que voy a ser cuando salga al mundo exterior, imagínenselo que seguro va a ser mejor que la realidad, pero quédense tranquilos porque no son yo.
Si el esfuerzo fuera valorado sobre el resultado, el mundo iría peor de lo que va, así que no puedo pedir que lo hagan conmigo. Es mejor quedarse con el intento fallido y convencerse que no servís para eso, así te conformás no intentándolo más y seguís tu vida por otro lado pensando que vas a encontrar otra cosa que te va a salir bien no necesitas eso. O al menos no te exigís y está bien, si sale, sale; y si no, no. Pero yo no me conformo, y me parece que ese es el problema en este caso, inusualmente. Es como si cada cosa fácil la convirtieran en una odisea para mí.
Por último, como si todo eso fuera poco, le arruino el día a los que me quieren preocupándolos por mí con problemas que son sólo míos y en bastante suyos se convierten cuando fallo.