La típica reacción a cuando
escuchan a alguien quejándose y criticando a los novios es creer que es
justamente lo que más anhelan pero por alguna razón no lo tienen. Mi caso es
justamente el contrario, cada día estoy más convencida de que es todo lo
opuesto a lo que necesito y quiero para mi vida. Dicen que es inevitable, que
va a llegar el día que más que una dependencia van a ser ganas de estar con esa
persona y otras excusas inválidas, pero como existen personas que lloran porque
quieren que les suceda, también estoy yo que reprimo mis ganas de llorar cada
vez que se toca el tema por el deseo de evitarlo.
El amor es innegable tanto
como que está en una sola persona, si tengo tanto amor para dar ¿por qué voy a
querer compartirlo sólo con una persona? ¿Por qué voy a querer depositar todas
mis expectativas en un ente “especial”? ¿Por qué voy a querer que alguien lo
haga conmigo? Ahí estamos dejando de hablar de amor para hablar de dependencia,
y perdónenme si no dejo de ejercer la comparación continuamente.
La felicidad que se supone
da estar con otra persona de esa
forma la relaciono con cosas que me pasan todos los días sin exigencia de
compartirlas. No necesito desviar mi atención en alguien más, ni necesito que
alguien lo haga conmigo. Esa sensación de caminar en el aire me la da saber
precisamente que mi vida no depende de nadie más que de mí misma, que puedo
hacer cualquier cosa y que nadie de mi interés va a cuestionarme, está en tener
mi propia plata, moverme por mis propios medios, sacar una cuenta de banco a mi
nombre. ESO ES FELICIDAD, y me alegra ser yo la artífice de ella.