Siempre me pasa lo
mismo, esta vez me pasa de todo.
No reconozco un
problema hasta que me asfixia.
Hoy es un día
especial, en el que todos casualmente se conectaron, potenciándose.
No sé si podría
adjudicarle la responsabilidad a un factor externo porque soy yo la
que se siente así y nada momentáneamente puede modificarlo.
El concepto de amor
no es lo mejor que me está rodeando últimamente.
Lo más semejante al
amor para mí no creo que se parezca demasiado al verdadero
significado.
Se me rompió el
cosito de tomarme las cosas con calma y ni siquiera tengo ganas de
llorar.
Está bueno ver que
querés una persona es feliz (o no), pero tarde o temprano cuesta ver
cuando lo es sin vos, cuando ya no te necesita, para nada. No
necesito a nadie que me diga mis virtudes porque yo más que nadie
las conozco, y no basta. No bastan cinco minutos de silencio, cinco
de discusión y un minuto de ofendimiento y retiro. La vida no es
eso. La vida es enfrentar el problema cuando se quiere, no evitarlo.
No llenar el vacío con alguien más que conocés hace poco tiempo a
comparación de una persona que acompañaste toda su vida, a la que
le compartías todo. No ignorar tu historia y taparla con una nueva
etapa para lo bueno y esconderse bajo la imperfección humana para lo
malo. No ser egoísta y creer que uno es impermeable a los problemas.
No está bueno que
personas que querés mucho compliquen lo incomplicable, justifiquen
lo injustificable y te hagan sentir mal con tan poco.
Siento que todo lo
que tuve hasta hace poco, de lo cual no podía quejarme (y si lo
hacía era problema mío) ahora sí, mucho.
También siento que
parte es un espejo de lo que doy, pero no puedo dar más. No puedo
ignorar todo lo que pasa.