En ese entonces iba a primaria y
mi mejor amiga me extorsionaba para que haga cosas a su antojo y si no lo
hacía, me amenazaba con contarles a los diferentes chicos que me gustaban lo
que me pasaba con ellos. Podía haberle salido al menos una mal, pero la reacción
de cada uno de ellos siempre fue la misma: mirarme desde su banco, a lo lejos,
como si estuvieran viendo a un ser muy desagradable mientras que hasta ese
momento nuestra relación de amistad había sido pura risa y diversión.
Con el correr del tiempo aprendí
a guardar mis sentimientos y no contárselos a nadie para no darles semejante
poder a tal punto de directamente suprimirlos.
Progresivamente comenzaron a
volver, teniendo muy en claro que ninguno iría a verme distinto a los que en su
momento me miraron después de enterarse que me gustaban. Nunca un sentimiento
demasiado profundo, de todas formas.
En el último año de primaria, tuve
el flechazo lo más parecido al amor sin que nadie lo sepa, jugándola de
callada. Esta vez tenía que salir bien. Pero no sucedió. Me le declaré por
mensajería en línea y no sentía lo mismo. Sin embargo, me ayudó a entender
algunas cosas. Gracias a él, conocí una banda que hasta el día sigo escuchando
y aprendí mucho sobre los hombres. También me gustó la sensación de “amar” a
alguien.
En segundo año de secundaria,
conocí la obsesión que me acompaña hasta el día de hoy, pero jamás tan intensa.
Lo vi por primera vez en septiembre, aunque haya ido desde los 3 años al mismo
colegio. Anotaba en una agenda lo que hacía en cada recreo o momento en el que
lo veía. Llegué a hacer cosas que todavía sostengo con normalidad y cuando
egresó me costó superarlo, 3 años siendo exacta.
El resto es historia, el punto es
que el papel de cold heartless bitch siempre encajó conmigo a la perfección.
Eso no me molesta, sí saber que tengo razón. Suena raro, pero a veces no me
agrada tenerla. Es impresionante la cantidad de falta de amor que veo
últimamente. Estaría bueno que de vez en cuando me demuestren lo contrario. Los
hombres son todo lo que está mal, eso es un hecho (lamentable).
Mujeres, apiadémonos de nosotras.