Para vos tu cambio es un orgullo, para mí, tu hija, no. Me
gustaría que fueran distintas muchas cosas, pero no dependieron ni dependen de
mí. Juro que lo intento, pero no puedo acostumbrarme, adaptarme como a todo,
porque esto implica 22 años. Tus palabras ya no me reconfortan, ya no me dan la
confianza y seguridad que antes me daban porque tenías cómo sostenerlas.
Antes sabía que podía comportarme y hacer lo que quisiera
porque ibas a estar para sostenerme, ahora cada vez que te veo me aflige saber
que no compartimos nada más que un techo.
Sé que esto te dolería tanto como a mí y no podrías hacer
nada al respecto, por eso no sirve de nada decírtelo. Por lo tanto, me dolería
más si lo supieras.