Cuenta la leyenda que todo lo que decías para mí era palabra santa,
ahora a penas lo tomo con pinzas.
¿Sabés por qué prefiero callar y correr el riesgo de
explotar con verborragia? Porque lo único que voy a conseguir es que objetes y
juzgues mis palabras y, junto a ellas, mis sentimientos; menos respetarlos. Y
como SÉ que tengo razón, porque tengo razones, elijo no exponerlos ni perder el
tiempo.
Siento que estoy en el barro y le tirás agua y chapoteás en
él, mientras yo espero incesantemente que se seque y se convierta en tierra
firme para poder avanzar más rápido.