Nada
me sale perfecto, ni mucho menos. Mis habilidades se reducen a defenderme en
determinada materia. Y hasta ahí.
Alentarme
a intentarlo una vez más solo es un camino a la autodestrucción.
Cada
vez que salgo de mi zona de confort solo me recuerda por qué no lo hice antes y
por qué debí quedarme ahí.
Ojalá
pudiera ser esa clase de personas que se enoja y culpa a lo que sea, todo menos
asumir su responsabilidad. O esa gente cuyo ego no se desestabiliza por un
error.
“-¿Qué
vas a querer comer, gordita?
-Mis
miserias”